Son dos los enfoques que se utilizan en el mercado de la traducción: el enfoque como “producto” y el enfoque como “servicio”.
Los que tienden a pensar en la traducción como un producto a menudo creen que todas las traducciones son iguales y que lo único que las diferencia es el precio. Como ocurre con las materias primas o productos de bajo valor añadido que se pueden sustituir con facilidad, a menudo sucede que si ofreces un precio más barato que el siguiente proveedor, lo más probable es que cierres esa venta.
Por otra parte, los que ven la traducción como un servicio suelen tener en mente factores que no sólo se limitan al precio. También tienen en cuenta la calidad, rapidez y flexibilidad, y en general esperan algo más que simplemente un precio bajo.
En QuickSilver Translate creemos que “servicio”, en el marco del sector de la traducción, significa:
- Cumplir los plazos; no hay nada más molesto que no recibir un documento, por pequeño que sea, a tiempo para una reunión, una presentación o cumplir otro plazo de entrega.
- Contar con un experto lingüístico a su disposición para su rápida consulta; que se le pueda llamar/escribir un correo a su proveedor para garantizar que un término concreto no está mal redactado es posiblemente la parte que más confianza inspira del valor añadido en el mundo de la traducción.
- Reaccionar de forma rápida a las necesidades lingüísticas; los negocios de hoy son a menudo una cuestión de rapidez: “No lo quiero para la semana que viene, ¡lo necesito para ayer!”
- Ser capaces de recibir servicios relacionados; ¿lo puedo tener en PowerPoint? ¿y en QuarkXpress? Una buena traducción expresa el sentido del documento original de forma precisa y fluida en la lengua de destino. Recuerde que a menudo no hay “equivalencias exactas” de conceptos entre uno y otro idioma.
A pesar de lo que mucha gente piensa, la traducción literal, palabra por palabra, no garantiza que sea precisa. Más que meter los conceptos originales en tropel en la lengua de destino, las traducciones de calidad adaptan el mensaje central para el público objetivo.Una traducción libre no tiene por qué ser necesariamente menos precisa que una traducción literal.
También es poco recomendable asumir que un traductor con “certificación” vaya a ser mejor que uno que no lo sea. Por lo general, es mucho más seguro valorar la competencia del traductor con su trabajo real, más que por tener un título más o menos cierto o que aprobara un examen hace ya algún tiempo.
Los jueces últimos de la calidad son sus lectores, quienes deberían poder leer el texto traducido con el mismo esfuerzo que aquellos que leyeran el original. Conseguir este resultado es el punto de referencia final de una traducción bien hecha.