Los proyectos de traducción corporativa más exitosos son aquellos en que los participantes están satisfechos con el resultado final. Esto no es para nada sencillo y muchas veces puede conseguirse sólo en un punto intermedio. Y una de las claves para el éxito es la participación activa de un corrector del cliente, un experto real en el producto y la terminología usada en su mercado local para referirse a ello.
Uno de los problemas principales de la traducción corporativa es que el “coordinador” (la persona que pone el orden) no es el mismo que el “corrector” (la persona que realmente usa la documentación). Esto es típico en corporaciones grandes con oficinas en regiones de distinta habla. Cuantas más lenguas se coordinen centralmente, más importante es este asunto.
Aunque por supuesto hay excepciones, el “coordinador” habitualmente no habla las lenguas a las que tiene que traducirse el proyecto. Esto quiere decir que son incapaces de juzgar la calidad de la traducción (precisión, tono, registro, terminología técnica, etc.). El coordinador no tiene otra opción que confiar en el proveedor y confiar en que la o las traducciones no generan observaciones negativas. Si de hecho no se recibe ninguna observación negativa, todo va bien y el proyecto ha sido un éxito. Pero la pesadilla empieza cuando uno o más colegas/conocidos/distribuidores mandan un (por lo general ligeramente agresivo) correo electrónico diciéndole que la traducción era horrible y que no pueden darle el visto bueno…
Piensa en lo difícil que es conseguir el consenso en las palabras exactas de un texto publicitario (anuncios, folletos, etc.) en tu propia lengua. Añádele cinco publicistas juntos en una sala de reuniones y discutirán durante horas hasta que el grupo entero se ponen de acuerdo en cuál es el “mejor” texto de marketing… Ahora intenta transformar el resultado a varias lenguas distintas. Este proceso puede ir sobre ruedas si el coordinador está al tanto de los obstáculos, pero puede ser una completa pesadilla si no conoce el lenguaje, negocio o gente relacionados con el tema.
Para ponerlo aún peor, algunos coordinadores (con las mejores intenciones) mandan la traducción a varios revisores distintos por lengua. Esto es genial si los dos (o más) correctores están de acuerdo en sus opiniones, así el coordinador puede estar el doble de seguro de que la traducción es la correcta y apropiada para las necesidades de la empresa. Pero la experiencia nos dice que éste es raramente el caso. Por todas las razones mencionadas aquí anteriormente, las posibilidades de que dos correctores estén de acuerdo en la calidad de una traducción son escasas.
Las ideas que os presentamos a continuación os ayudarán a evitar gran parte de esa frustración presente en los proyectos de traducción:
• El perfil del corrector: encontrar el corrector adecuado es muchas veces la raíz del problema. Estos son algunos de los prototipos estereotipados:
1) Responsable del país: el más cualificado para revisar (conocimiento técnico y criterio en marketing) pero no está disponible nunca;
2) Ingeniero/técnico: altamente cualificado para una revisión técnica pero no para el tono, registro o estilo; puede malentender el original;
3) Mandos intermedios: el más colaborador y disponible, puede ser demasiado entusiasta en su coerción. Otro problema típico en las multinacionales es que los correctores no contestan directamente a los coordinadores, así que normalmente se toman su tiempo en el proceso de corrección, retrasando, por tanto, el tiempo programado para el lanzamiento del producto. Un cambio de corrector puede ser muchas veces la mejor solución a la frustración de los proyectos de traducción.
• Ámbito del proceso de revisión: el primer problema se presenta cuando el ámbito del ejercicio de revisión no se ha definido debidamente. “Por favor, revisa esta traducción” es la frase típica que utilizan los coordinadores, pero revisar puede incluir muchas cosas diferentes. Normalmente, los correctores dedicarán todo el tiempo del que dispongan a revisar un documento. Si disponen de mucho tiempo, lo harán cuidadosa y minuciosamente; si no, harán una lectura rápida o revisarán sólo los primeros párrafos/páginas del documento. Asumiendo que tengan tiempo suficiente, probablemente irán demasiado al detalle y, lo que es más importante, revisarán aspectos del documento que no deberían, lo que provoca una serie de debates electrónicos en los que sólo perdemos el tiempo.
• Precisión de la traducción: Mucha gente estará de acuerdo que los traductores deberían ser hablantes nativos de la lengua final y muchas compañías se ceñirán a ellos siempre que les sea posible. Esto significa que, sin embargo, estos matices (y a veces incluso mensajes enteros) pueden ser malinterpretados en el proceso de traducción y el típico corrector interno no descubrirá este (potencialmente peligroso) típico error.
• Terminología técnica: El aspecto principal en el que deberían concentrarse los correctores. Idealmente, los correctores deberían escogerse en base a su conocimiento técnico del producto y/o del mercado, para que su opinión sea de suma importancia.
• Tono y registro: dependen del tipo de documento que se esté revisando. Para documentos técnicos, el tono y el registro, normalmente, carecen de importancia; para el material de marketing es crucial obtener un buen resultado final.
• Estilo: aquí es donde las preferencias personales son más visibles. Comentarios como “la traducción es horrible”, “no suena bien”, “es demasiado literal” o “esto lo ha traducido una máquina” provocan sentimientos negativos innecesarios, frustración y estrés. El hecho de que el corrector lo hubiese traducido de otro modo no significa que la traducción propuesta sea “mala” o “incorrecta”, sólo quiere decir que hay más de una forma de hacerla. Tened en cuenta también que, muchas veces, el problema está en el texto original. Es muy difícil convertir un texto original seco y áspero en un texto que deje con la boca abierta en otra lengua…
• Características del mercado y adaptación al mercado local: aquí los correctores pueden añadir mucho valor, ya que conocen el mercado y su cliente mejor que nadie y pueden, por lo tanto, juzgar cuáles deberían ser el tono y el registro correctos para el documento final. Por lo menos en este aspecto, los coordinadores de los proyectos de traducción deberían tomarse muy enserio de los comentarios de los correctores.
• Grado de libertad a la hora de “editar” los materiales recibidos desde la oficina central: esto cambia según la compañía, pero los correctores a menudo editarán el texto original y dirán que están arreglando problemas de traducción. Si la política de tu empresa no permite a los equipos nacionales “adaptar” su material de marketing, asegúrate de pedirle a tu compañía de traducción si el corrector debe limitarse sólo a adaptar el tono o puede cambiar el eslogan.
• “Preferencias” contra “errores”: las lenguas no están sólo en continua evolución, sino que varían enormemente según la región (la industria se refiere a estas variaciones como “locales”). De hecho, varía incluso según el hablante (nativos contra no nativos, e incluso entre nativos). Paradójicamente, la mayoría de la gente (lingüistas y no lingüistas) están convencidos de que SU versión del lenguaje es la “correcta”, lo que significa que todo aquello con lo que no estemos de acuerdo se tachará automáticamente de “error”… La lección a aprender es tener la mente abierta cuando se trata del uso de la lengua. La traducción de otras personas no están siempre “mal” y siempre vale la pena prestar atención a las sugerencias de otras personas sobre nuestras propias traducciones. La clave es ser abiertos, positivos y colaboradores y hablar las cosas antes de sacar conclusiones.
• Conocimiento lingüístico limitado: mientras que todos aceptamos que no sabemos nada acerca de muchas lenguas, un poco de conocimiento lingüístico provoca a menudo un exagerado nivel de confianza. Esto es especialmente visible en el inglés, ya que mucha gente tiene alguna noción de inglés. Un ejemplo (real) extremo es el cliente (no nativo inglés) que no quiere aceptar el phrasal verb “make up” (en “the make-ip of the comité displeased the main investor”) porque sólo lo ha oído como sinónimo de “cosmético”. Esto sucede muchas veces cuando conocemos un significado de una palabra o expresión en cuestión pero nunca hemos oído el segundo. Es completamente comprensible y sucede continuamente.
• Habilidades interpersonales y actitud: la frustración provocada por el proceso de traducción está a menudo directamente relacionada con las actitudes de aquellos que están implicados en él. Los temas relacionados con la lengua provocan reacciones sorprendentemente emocionales, así que no asumas que un corrector furioso tiene razón sólo porque sus correos electrónicos son más subidos de tono que los de cualquier otra persona. Del mismo modo, un traductor/revisor no siempre tiene razón por mucho que te lo “garantice”.
• Políticas, luchas de poder y enemigos personales: como en el cualquier proceso de cualquier empresa, las luchas de poder interno, agendas escondidas y relaciones personales siempre afectan al resultado final. Esto es bastante inevitable y fuera del control del proveedor de traducciones, pero una forma de evitarlo es conseguir que el corrector se implique en el proceso tan pronto como sea posible. Es gracioso como las reacciones negativas disminuyen cuando el corrector sabe quién es el traductor o si han estado en contacto durante el proceso…
Resumiendo, el mejor resultado posible para comunicaciones corporativas se consigue con la combinación de lingüistas profesionales y correctores con conocimiento sobre el campo; el corrector es, a menudo, la clave del éxito. Precisamente por su importancia, los correctores deberían escogerse en base a su conocimiento técnico (producto, mercado, etc.), su disponibilidad y actitud positiva. Dependiendo del tipo de documentación, deberían limitarse a revisar la terminología técnica o asesorar cuando el resultado es inapropiado para su mercado local. Aunque es una gran tentación hacerlo, los correctores no deberían dar su opinión (o negarse a aceptar) sobre otros aspectos de la traducción. Lo último no debería interferir con los temas lingüísticos y de estilo.
Las claves para un proceso de traducción exitoso son saber como encajar el puzzle (requisitos claros, procesos efectivos, culturas colaboradoras) y el mejor proveedor posible. El corrector no siempre llega a ver todos estos elementos, provoca problemas de confianza importantes.