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Los Oscars y sus títulos

A una semana de la entrega de los Oscars de Hollywood estamos todos pendientes de la gran ganadora, la película que pasará a la historia del cine como la ganadora del año 2009. Y como siempre, aquí también estamos pendientes de las traducciones de los títulos con las que nos han sorprendido este año. Claro que ya sabemos que este es un tema totalmente basado en el marketing y que las productoras deciden el título español por motivos primordialmente efectistas e incluso de diseño.

Veamos pues con lo que nos enfrentamos esta vez. Empezamos con la brevedad inglesa, la contundencia de Milk a la que vemos convertida en una larguísima y aburrida sentencia Mi nombre es Harvey Milk, como si se tratara de un niño en el patio de la escuela intentando hacer amigos. Otro de los títulos traducidos íntegramente es el de The curious case of Benjamin Button, con un El curioso caso de Benjamin Button que a todos tendrá que agradar por razones obvias. Luego pasamos a esos casos en los que se decide no traducir el título original, como pasa tanto con Slumdog Millionaire (a ver quién se atreve) y The Reader. Claro que este último ha decidido añadir la traduccion de ingles a español The Reader (El lector) por si a alguno se le escapaba el significado, que nunca se sabe. No creo yo que decidieran poner la traducción en paréntesis para señalar que es el lector y no la lectora. Y por último, y en el más puro estilo español, nos encontramos con el escueto Frost/Nixon traducido como El desafío: Frost contra Nixon. Uno ya se imagina al veterano Arnold Schwarzenegger sudado y malherido salvando al país americano de la última amenaza terrorista…y ¿representando el papel de un demócrata contra Nixon? Bueno, quizás sí pique la curiosidad de algunos.

Los títulos de películas, como los de libros, son a veces muy difíciles de traducir y, al final, siempre se intenta hacer lo mejor para que atraiga la atención del cliente, que es el que compra y el que se gasta el dinero. Y justo por esta razón, deberíamos ser más exigentes con estas traducciones ya que están “dedicadas” a nosotros, los consumidores. La traducción puede ser algo de gran utilidad y que preste un servicio muy preciado pero siempre debe ir acompañado de valor. Si una traducción no está bien hecha, no tiene valor y su utilidad desaparece sin dejar rastro.

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Veamos pues con lo que nos enfrentamos esta vez. Empezamos con la brevedad inglesa, la contundencia de Milk a la que vemos convertida en una larguísima y aburrida sentencia Mi nombre es Harvey Milk, como si se tratara de un niño en el patio de la escuela intentando hacer amigos. Otro de los títulos traducidos íntegramente es el de The curious case of Benjamin Button, con un El curioso caso de Benjamin Button que a todos tendrá que agradar por razones obvias. Luego pasamos a esos casos en los que se decide no traducir el título original, como pasa tanto con Slumdog Millionaire (a ver quién se atreve) y The Reader. Claro que este último ha decidido añadir la traduccion de ingles a español The Reader (El lector) por si a alguno se le escapaba el significado, que nunca se sabe. No creo yo que decidieran poner la traducción en paréntesis para señalar que es el lector y no la lectora. Y por último, y en el más puro estilo español, nos encontramos con el escueto Frost/Nixon traducido como El desafío: Frost contra Nixon. Uno ya se imagina al veterano Arnold Schwarzenegger sudado y malherido salvando al país americano de la última amenaza terrorista…y ¿representando el papel de un demócrata contra Nixon? Bueno, quizás sí pique la curiosidad de algunos.

Los títulos de películas, como los de libros, son a veces muy difíciles de traducir y, al final, siempre se intenta hacer lo mejor para que atraiga la atención del cliente, que es el que compra y el que se gasta el dinero. Y justo por esta razón, deberíamos ser más exigentes con estas traducciones ya que están “dedicadas” a nosotros, los consumidores. La traducción puede ser algo de gran utilidad y que preste un servicio muy preciado pero siempre debe ir acompañado de valor. Si una traducción no está bien hecha, no tiene valor y su utilidad desaparece sin dejar rastro.