El primer paso hacia un proyecto de traducción de éxito es tener claras sus necesidades empresariales, lingüísticas y técnicas. Las traducciones empresariales son más complejas de lo que la mayoría de la gente cree. Casi todos estaríamos de acuerdo en afirmar que no hay una sola forma “correcta” de traducir una palabra, una frase, un párrafo o un documento. Las personas tenemos distintos orígenes que influyen en cómo nos parece que suena mejor algo en un contexto concreto. Por ello, la traducción es una ciencia imperfecta. Está claro que hay formas “correctas” e “incorrectas” de traductir textos o fragmentos de estos, pero hay una gran zona gris en la que tienen prioridad las cuestiones de estilo o de preferencia personal.
Imagínese una reunión con el Departamento de Márketing de su empresa. Deben diseñar un nuevo folleto corporativo, y todo el mundo tiene su opinión sobre qué debería contener. Ya sabe lo difícil que es llegar a un consenso en este tipo de situaciones. Ahora imagínese alcanzar ese mismo consenso en otro idioma, un idioma en el que seguramente no se sienta tan cómodo (o que no hable con tanta fluidez) y que, por tanto, no se sienta tan seguro a la hora de hablarlo.
Debe decidir en quién confiar. ¿Alguien de su empresa o asociado a esta (un compañero, un distribuidor, etc.)? Será buena idea siempre y cuando la persona que le aconseje sea un experto de la materia, entienda perfectamente el texto original en inglés, y se abstenga de hacer comentarios sobre el tono “correcto” para el documento. De otra forma, podría acabar poniendo en peligro los resultados. Usted es el responsable de publicar el documento en cuestión, y no tiene forma segura de juzgar su calidad. ¿A quién acude?
El proceso de documentación está repleto de obstáculos como este. Casi todos los departamentos de márketing y técnicos siempre ponen en duda lo difícil que puede ser. “Si solo es una traducción”, piensan, como si se tratase de aplicar una fórmula matemática. Algunos hasta añadirían: “Siempre he quedado muy satisfecho con las traducciones que me han hecho”.
Este bien podría ser el caso de proyectos pequeños con plazos más flexibles, sin un lenguaje técnico y con un traductor en plantilla que conozca la empresa y la terminología que usa. Pero olvídese del entregado traductor, añada más idiomas y la presión de un plazo más apretado, o incluya términos técnicos: estaría pisando arenas movedizas.
Cada empresa tiene sus propias necesidades de traducción y documentación. QuickSilver puede ayudarle a dilucidar cuáles son exactamente las suyas.