Johnny Depp, en su papel de Jack Sparrow, es casi seguro el único actor de una superproducción de Hollywood que jamás haya pronunciado la palabra inglesa egregious («atroz» en castellano). Me di cuenta de esto porque la palabra se quedó grabada en mi memoria cuando un sarcástico profesor de francés la garabateó en la parte inferior de mis deberes. La palabra en sí es, o debería ser, utilizada sólo para describir acciones o individuos extremadamente abominables («un dictador atroz», por ejemplo, o «una injusticia atroz”), transmitiendo la idea de que lo que destaca es un modelo de horror impensable.
Por esta razón, me sorprendió cuando un amigo mío italiano hablando en inglés describió como egregious a un profesor con el que había estudiado. Este podría haber sido, tras justificarlo, un uso acertado, si bien hiperbólico, si no hubiese sido por el hecho de que él estaba describiendo lo fantástico que había sido aquel profesor en particular. Tras una conversación contradictoria de algunos minutos, resultó que en italiano egregio es la imagen especular de la voz egregious en inglés: tiene un sentido similar al de excepcional, pero referido a buenas razones en vez de malas, como en la apertura de la carta formal «Egregio Signore«.
La etimología es, por supuesto, latina y bastante satisfactoria. Viene de grex, lo que significa rebaño o manada (de la que obtenemos también la palabra gregaria) y el significado original es simplemente alguien que destaca de la muchedumbre. En inglés parece que el sentido peyorativo empezó a predominar en el siglo XVIII, mientras que en italiano la connotación positiva se ha consolidado en el tiempo: por lo tanto, a pesar del hecho de que las dos palabras tienen la misma etimología y el sentido de la misma raíz, ahora son completamente opuestas en el significado.
Mi amigo y yo nos comunicamos generalmente en inglés y me he dado cuenta de que él es muy bueno intuyendo qué palabras italianas puede «anglizar» saliendo victorioso, aunque de vez en cuando falle el tiro. En efecto, esto significa que mi amigo habla un inglés bastante arcano y muy latinizado, y en ocasiones termina sonando como un teólogo medieval. Sin embargo, y como muestra este ejemplo, son a menudo las traducciones aparentemente más evidentes las que te hacen cometer un desliz.