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Lunfardo

El lunfardo es una jerga que surgió en Buenos Aires a finales del siglo XIX como lenguaje carcelario de los bandidos y que se extendió desde Buenos Aires hasta Rosario, Montevideo y mucho más allá. El motor causante de su difusión fue, sin lugar a dudas, el tango, que se originó como baile en los barrios pobres de Buenos Aires, núcleo central del lunfardo.

El lunfardo es extraordinario, casi un dialecto. Tiene influencias del italiano, el quechua, el guaraní, el mapuche, el bantú, el inglés, el gallego y el occitano, entre otros, que se combinan hasta hacerlo incomprensible para el forastero no versado (este es su objetivo, claro está). El término quilombo ilustra perfectamente las complicadas raíces del lunfardo. Deriva de una palabra angoleña que significa “campamento” y que en Latinoamérica se utilizaba para denominar los campamentos secretos de esclavos fugitivos. A finales del s. XX, este vocablo se empleaba en Buenos Aires para referirse a los prostíbulos y a los locales de música puesto que, al tratarse de lugares prohibidos, implicaba que eran caóticos y destartalados. De ahí se deriva el significado actual del término: un desastre, caos total.

lunfardo

Algunos otros términos que también se introdujeron en el lunfardo son gurí, chico, del guaraní; fiaca, holgazán, del italiano fiasco, débil; y trucho, falso, que tiene una historia muy enrevesada: proviene de un antiguo término del español coloquial: truchamán, que también significa falso y que, a su vez, deriva del árabe turjeman o traductor, y se utilizaba para designar, irónicamente, al guía turístico que abordaba y arrastraba a los viajeros hasta callejones oscuros.

Sin embargo, una de las astucias verbales claves que practicaban los hablantes del lunfardo es la inversión o permutación de las sílabas de las palabras, una técnica que se conoce con el nombre de “vesre” y que es, en sí misma, la inversión de la palabra revés, al revés, al vesre. De este modo, tango pasa a ser gotán (como ocurre con el nombre de la banda de tango Gotán Project) y café con leche se convierte en feca con chele. Gomías es amigos en vesre, lorca es calor y muchacho se convierte en chochamu.

Un término representativo del vesre es pescar, que funciona como un infinitivo normal en español, pero deriva del italiano capisce (¿entiendes?). Esto implica que, al someter capisce a un proceso de permutación como en el vesre, los primeros defensores del lunfardo crearon, involuntariamente, un nuevo verbo regular en español que tomó vida propia.

Este juego de inversión de las sílabas es común en un gran número de jergas en todo el mundo; en nuestra próxima entrada en el blog analizaremos un par más de ellas.

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El lunfardo es una jerga que surgió en Buenos Aires a finales del siglo XIX como lenguaje carcelario de los bandidos y que se extendió desde Buenos Aires hasta Rosario, Montevideo y mucho más allá. El motor causante de su difusión fue, sin lugar a dudas, el tango, que se originó como baile en los barrios pobres de Buenos Aires, núcleo central del lunfardo.

El lunfardo es extraordinario, casi un dialecto. Tiene influencias del italiano, el quechua, el guaraní, el mapuche, el bantú, el inglés, el gallego y el occitano, entre otros, que se combinan hasta hacerlo incomprensible para el forastero no versado (este es su objetivo, claro está). El término quilombo ilustra perfectamente las complicadas raíces del lunfardo. Deriva de una palabra angoleña que significa “campamento” y que en Latinoamérica se utilizaba para denominar los campamentos secretos de esclavos fugitivos. A finales del s. XX, este vocablo se empleaba en Buenos Aires para referirse a los prostíbulos y a los locales de música puesto que, al tratarse de lugares prohibidos, implicaba que eran caóticos y destartalados. De ahí se deriva el significado actual del término: un desastre, caos total.

lunfardo

Algunos otros términos que también se introdujeron en el lunfardo son gurí, chico, del guaraní; fiaca, holgazán, del italiano fiasco, débil; y trucho, falso, que tiene una historia muy enrevesada: proviene de un antiguo término del español coloquial: truchamán, que también significa falso y que, a su vez, deriva del árabe turjeman o traductor, y se utilizaba para designar, irónicamente, al guía turístico que abordaba y arrastraba a los viajeros hasta callejones oscuros.

Sin embargo, una de las astucias verbales claves que practicaban los hablantes del lunfardo es la inversión o permutación de las sílabas de las palabras, una técnica que se conoce con el nombre de “vesre” y que es, en sí misma, la inversión de la palabra revés, al revés, al vesre. De este modo, tango pasa a ser gotán (como ocurre con el nombre de la banda de tango Gotán Project) y café con leche se convierte en feca con chele. Gomías es amigos en vesre, lorca es calor y muchacho se convierte en chochamu.

Un término representativo del vesre es pescar, que funciona como un infinitivo normal en español, pero deriva del italiano capisce (¿entiendes?). Esto implica que, al someter capisce a un proceso de permutación como en el vesre, los primeros defensores del lunfardo crearon, involuntariamente, un nuevo verbo regular en español que tomó vida propia.

Este juego de inversión de las sílabas es común en un gran número de jergas en todo el mundo; en nuestra próxima entrada en el blog analizaremos un par más de ellas.